viernes, 1 de abril de 2016

La estimulación mioeléctrica como alternativa al ejercicio

LOS TIEMPOS CAMBIAN, Y ALGUNAS FORMAS DE ENTRENAR, Y PARA DETERMINADAS PERSONAS, TAMBIÉN...

El ejercicio físico está vinculado genéticamente al ser humano, y es por ello por lo que la ausencia de ejercicio se asocia a diferentes enfermedades considerándose como un factor de riesgo para la salud. 
El hecho es que a pesar de esa vinculación la población mundial es cada vez más sedentaria. La estimulación eléctrica de los músculos se está planteando como alternativa al ejercicio para aquellas personas que no hacen actividad física de manera regular por distintas razones. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Miyamoto y col, 2016; Eur J Sport Sci 1:1-7) cuyo objetivo fue investigar los efectos de un entrenamiento de estimulación eléctrica de baja intensidad sobre la fuerza muscular y el fitness cardiorrespiratorio en sujetos sanos. Los voluntarios fueron asignados a grupo de intervención o control. Ambos grupos mantuvieron su actividad física habitual, y además al grupo de intervención se le aplicó un protocolo de 30 min de estimulación eléctrica de baja intensidad durante 4 semanas.
 Los resultados mostraron que la ganancia de fuerza en el cuádriceps del grupo de intervención fue mayor que en el grupo control. Igualmente, la mejora del VO2pico y el VO2 en el umbral ventilatorio en un test incremental aumentaron significativamente en el grupo de intervención en comparación al grupo control. Los autores sugieren que la electroestimulación de baja frecuencia aplicada de manera prolongada en sujetos sanos mejora la fuerza y el fitness cardiorrespiratorio.

Estos y otros muchos datos publicados en los últimos años plantean dos escenarios de aplicación en el ámbito de la salud. El primero, incomprensiblemente infrautilizado, en la aplicación de protocolos de electroestimulación en enfermos que por una u otra causa no pueden/quieren realizar programas de ejercicio físico (obesidad, problemas ortopédicos, enfermedades graves cardiacas o pulmonares, etc.). 
El segundo, más discutible, como alternativa a los programas de ejercicio tradicionales en personas aparentemente sanas como factor preventivo. Podemos debatir sobre esta opción, pero lo cierto es que hay millones de personas que no hacen ni van a hacer ejercicio por mucho que nos empeñemos en constatar sus beneficios para la salud

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