Los niños no paran, decimos. Pero qué es la niñez sino una etapa en la que descubrir, explorar, manipular e interactuar con el entorno para conocer el mundo que nos rodea y desarrollar la inteligencia y el cuerpo de manera progresiva. Los niños disfrutan y necesitan del movimiento, de toda actividad que les ayude a relacionarse y adaptarse a la realidad.
El deporte, en esta etapa, se revela como una actividad fundamental tanto en el plano físico, emocional y mental. Según la edad a la que se dirija, los beneficios de practicar alguna actividad física de manera regular varían y ayudan a los niños a trabajar unos objetivos diferentes y acordes a sus necesidades:
- De 2 a 5 años, la psicomotricidad: estimular la percepción sensorial, la coordinación motriz y el sentido rítmico, así como ejercitar la agilidad y flexibilidad del cuerpo.
- De 6 a 12 años, la Educación Física: es mantener el bienestar de la salud, así como desarrollar el dominio y el control del equilibrio, también ayuda en la adquisición y/o perfeccionamiento de los movimientos automáticos.
- A partir de los 13 años, el deporte: es favorecer la socialización, desarrollar el sentido de compañerismo, estimular el desarrollo personal, conseguir el desarrollo de la fuerza física y de la resistencia.
El deporte debe ser un valor a inculcar desde la más tierna infancia, al igual que seguir una alimentación saludable y esforzarse en los estudios. Mens sana in corpore sana. De este modo, nuestros hijos incorporarán la rutina deportiva a su vida cotidiana, repercutiendo muy positivamente en su crecimiento físico y social. Entre los beneficios de realizar ejercicio físico con regularidad encontramos:
- Fomenta el seguimiento de instrucciones.
- Incrementa su autoestima
- Ayuda a controlar los impulsos.
- Propicia las relaciones sociales.
- Crea valores como el respeto y el compañerismo.
- Desarrolla las habilidades motoras.
- Satisface la necesidad de movimiento.
- Crea hábitos de higiene y cuidado personal.
Aunque no exista una edad exacta en la que se debe iniciar a practicar deporte, cuanto antes mejor. Esto le permitirá estimular y desarrollar sus habilidades motrices de cara a practicar algún deporte concreto en el futuro. Cuando llegue ese momento, aunque los padres puedan aconsejar a su(s) hijo(s) por una disciplina en concreto, debe ser el niño quien finalmente decidirá qué es lo que más le motiva.
Si a nuestros hijos les cuesta adaptarse a las exigencias físicas propias de un deporte, el papel de los padres será más importante que nunca: mostrarles su apoyo y seguridad en que si se esfuerzan y confían, lo pueden conseguir. Todo es posible.
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